

Buenas, Jarosers. Vamos a aprovechar esta entrada para gritar NO A LA GUERRA con toda la fuerza lírica de nuestros poéticos pulmones. Es decir, seleccionando los mejores versos antibelicistas.

La guerra, por desgracia, ha existido desde siempre.
Como has estudiado, gran parte de nuestra cultura y literatura tiene su origen en la mitología griega, y el padre de casi todas nuestras historias es Homero, quien, a pesar de retratar como nadie la épica de la guera de Troya, también escupió contra algo destinado a destruir «las almas de los grandes luchadores»:
«convirtió sus cuerpos en carroña, / festines para perros y pájaros . «

Pero podemos irnos incluso más atrás. Seguramente has oído hablar de la Guerra de Irak. Pues hace más de 4300 años, en el siglo XXIV a.C. Enheduanna, se enfureció contra la guerra y escribió:¡Eres sangre corriendo por una montaña,
Espíritu de odio, codicia e ira,
dominador del cielo y la tierra!

Pero si la guerra SIEMPRE HA SIDO ALGO TERRIBLE, SUCIO, ASQUEROSO… CAPAZ DE SACAR LO PEOR DE CADA SER HUMANO… últimamente son incluso peores y tienen incluso menos espacio para la heroicidad, porque ni siquiera hay campos de batalla y sus víctimas son los civiles, que ven cómo puede cambiar para siempre su vida en un breve espacio de tiempo, como explicaba este genial vídeo sobre la Guerra de Siria (aplicable a cualquier conflicto bélico reciente).
Por eso el principal ingredientes es el miedo.


Pensamientos durante un ataque aéreo’, de Stephen Spender
Por supuesto, todo está en colocarme
fuera del alcance normal
de las llamadas estadísticas. Matan a cien
en los barrios periféricos. Bien, bien, yo continúo.
Mientras que el gran «Yo» se mantenga sobre esta
recia cama que más parece un coche fúnebre,
en un cuarto de hotel con papel de flores en las paredes
que termina en guirnaldas, puedo pasar por alto
la presión de esos nombres bajo mis dedos
duros y negros mientras rozo el papel;
gime la radio al fondo de la sala.
Pero ¿y si una bomba sumergiera el hocico
a través de esta cama en la que estoy?
El pensamiento es obsceno. Con ello y todo hay muchos
para quienes mi muerte sería tan sólo un nombre;
una cifra en una columna. Lo esencial es que todos
los «Yo» permanezcamos aparte,
guardados bajo flores, y que no sufra nadie
por su vecino. Entonces el horror se pospone
para cada uno solo hasta que llega a él
y lo arrastra hacia esa pena no comunicable
que es misterio total o nada.

Explico algunas cosas’, de Pablo Neruda
(…)
Y una mañana todo estaba ardiendo
y una mañana las hogueras
salían de la tierra
devorando seres,
y desde entonces fuego,
pólvora desde entonces,
y desde entonces sangre.

‘Oda a los niños de Madrid muertos por la metralla’, de Vicente Aleixandre
(…)
Bajo la luz de la luna se vieron
las hediondas aves de la muerte:
aviones, motores, buitres oscuros cuyo plumaje encierra
la destrucción de la carne que late,
la horrible muerte a pedazos que palpitan
y esa voz de las víctimas,
rota por las gargantas, que irrumpe en la ciudad como un gemido.
Todos la oímos.
Los niños han gritado.
Su voz está sonando.
¿No oís? Suena en lo oscuro.
Suena en la luz. Suena en las calles.
Todas las casas gritan.
Pasáis, y de esa ventana rota sale un grito de muerte.
Seguís. De ese hueco sin puerta
sale una sangre y grita.
Las ventanas, las puertas, las torres, los tejados
gritan, gritan. Son niños que murieron.
CRECIDA
Con la sangre hasta la cintura, algunas veces
con la sangre hasta el borde de la boca,
voy
avanzando
lentamente, con la sangre hasta el borde de los labios
algunas veces,
voy
avanzando sobre este viejo suelo, sobre
la tierra hundida en sangre,
voy
avanzando lentamente, hundiendo los brazos
en sangre,
algunas
veces tragando sangre,
voy sobre Europa
como en la proa de un barco desmantelado
que hace sangre,
voy
mirando, algunas veces,
al cielo
bajo,
que refleja
la luz de la sangre roja derramada,
avanzo
muy
penosamente, hundidos los brazos en espesa
sangre,
es
como una esperma roja represada,
mis pies
pisan sangre de hombres vivos
muertos,
cortados de repente, heridos súbitos,
niños
con el pequeño corazón volcado, voy
sumido en sangre
salida,
algunas veces
sube hasta los ojos y no me deja ver,
no
veo más que sangre,
siempre
sangre,
sobre Europa no hay más que
sangre.
Traigo una rosa en sangre entre las manos
ensangrentadas. Porque es que no hay más
que sangre,
y una horrorosa sed
dando gritos en medio de la sangre,
y una horrorosa sed
dando gritos en medio de la sangre.

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