El otro día vi por la tele el revuelo que se había montado con el estreno de una película seudoerótica llamada Cincuenta Sombras de Grey y cómo no, me puso a investigar de qué iba todo este asunto.
Por lo visto va de una mojigata que nunca ha roto un plato y que de pronto conoce a un niño pijo que es bastante malote, vamos que le va el rollo cuero, látigo y todas esas cosillas, pero en un tono tan light que si lo leyera el marqués de Sade se partiría cierta parte trasera de su anatomía (y no os preocupéis, algún día os hablaré de este malote de la literatura erótica).
Pues bien, después de alucinar un poquillo con todo este revuelo me he dicho: ¿por qué no hablar de un clásico entre los clásicos de la literatura erótica?
Si te piensas que el libro en cuestión va a ser un rollito descafeinado de literatura a lo cincuenta sombras, mejor que ni lo abras, porque hablar del Decamerón es hablar del principio de todo lo que ha venido después.
La historia, muy sencilla. Un grupo de amigos se larga de la ciudad para irse al campo y como están aburridos empiezan a contar historias muy subiditas de tono. Ahora diréis, por Dios un libro de la Edad Media, que provocativo… léelo y luego dime si ahora, en el siglo XXI hay alguien que tenga el valor de escribir cuentos tan inmorales como entonces y no con tanto nene malote con latiguito.
Sólo me queda no solo recomendaros este libro, sino que cuando terminéis de hacerlo le echéis un vistazo a la película dirigida por Passolini y os aseguro, que igual vuestros papis no os deja verla.